Por: Juan Manuel Morales, Magister en Economía
Cuesta mucho en plena campaña electoral imaginar qué hará cada uno de los candidatos a presidente en caso de ser electos. De hecho, podemos estar seguros de que ni los propios candidatos (ni sus equipos) saben todo lo que van a hacer apenas asuman. También es cierto que hay cosas que sí saben, pero evitan decir para mantener altas las expectativas y no “espantar” a los votantes con malas noticias. Sea cual sea la causa, no podemos dejar de citar a Otto von Bismarck cuando decía que “nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de la cacería”. En esta columna me permito describir algunos aspectos que considero vitales a la hora de implementar el próximo programa de política económica que llevará a cabo el nuevo presidente después del 10 de diciembre. Por supuesto que no es la verdad absoluta, pero estoy seguro de que mientras más se acerque un programa de estabilización a lo que a continuación describiré, mayores chances tendrá de tener éxito en su difícil tarea: sentar bases firmes para que Argentina vuelva a crecer de manera sostenida.
- Acomodar el set de precios relativos. Esto significa eliminar las distorsiones que sufren distintos precios debido a subsidios y controles. Nos referimos mayormente a tarifas de energía, combustibles, transporte y programas como Precios Justos, por mencionar solo algunos. Es decir, hay que ir a un esquema de eliminación de los subsidios económicos y de todo tipo de controles de precios. Los precios funcionan como señales para poder asignar recursos escasos de manera eficiente. Es imposible pensar en un adecuado funcionamiento de la economía mientras haya valores que viajen muy por debajo de la inflación. Además, es en vano encarar un programa antiinflacionario sin antes haber corregido los precios relativos para que, al momento de implementar las medidas, salgan todos del mismo “punto de partida”. Por supuesto entendemos que lo recién mencionado generará una aceleración inflacionaria de corto plazo, pero en el marco de un programa consistente sería transitoria para luego comenzar un ciclo de inflación descendente.
- Anunciar un programa económico creíble. En este punto queremos dejar en claro la importancia de que cada paso del próximo gobierno sea considerado como permanente por los agentes económicos. Si estos agentes (empresas y personas) creen que las medidas anunciadas no serán sostenidas en el tiempo (es decir entienden que serán medidas transitorias) no se alinearán las expectativas a favor del programa y este fracasará. Para ser creíble, no solo se necesita solvencia técnica sino también acompañamiento político mayoritario. Los políticos deben explicar a sus votantes qué se está haciendo y por qué.
- Inmediato equilibrio fiscal con baja de gasto público e impuestos. Los programas de austeridad, en su búsqueda de equilibrio fiscal generalmente suelen reducir gasto público y aumentar impuestos. No hay dudas de que el próximo gobierno debe hacer lo primero, pero tampoco debiera haber dudas de que no existe margen para hacer lo segundo. Hay que ir al equilibrio fiscal mientras se bajan impuestos y se quitan regulaciones innecesarias que perjudican la actividad privada, el desafío es mayúsculo. El recorte del gasto público genera una caída en la actividad económica de corto plazo que debe ser compensada por un crecimiento rápido y vigoroso de la inversión, para que esto acontezca el sector privado requiere mejores incentivos.
- Reformas estructurales que pasen por el Congreso. Son vitales la reforma previsional y laboral que, a su vez, deben ser simultáneas. No hay mejor manera de intentar sanear el sistema previsional que llevando el 40% de los trabajadores en relación de dependencia (que hoy están en la informalidad) hacia la formalidad.
- Reforma monetaria y control de agregados. Eliminar la dominancia fiscal del Poder Ejecutivo para con el Banco Central. Pero, además, poner restricciones al stock de oferta monetaria. Hemos visto y comprobado que limitar los adelantos transitorios o giro de utilidades no representa ningún impedimento para que la autoridad monetaria siga haciendo crecer sus pasivos.
- Renegociar acuerdo con el FMI y con bonistas privados. Si se quiere arrancar bien, es imprescindible dar un margen en el que los vencimientos impagables sean despejados. Además, al contrario de lo que hizo Guzmán, primero hay que acordar con el FMI, que da un marco y un programa con metas, para luego renegociar con los acreedores privados.
El desarme del cepo cambiario, que es condición necesaria para volver a crecer, sólo podrá llevarse a cabo en el marco de un programa de estabilización que tenga, al menos, algunas de las características señaladas. Soy consciente de que el programa económico del próximo gobierno tendrá importantes restricciones políticas y sociales en su aplicación y diseño, pero en estos puntos quise, al menos, fijar un norte. Los desafíos lucen desafiantes, pero afrontarlos es imprescindible.