Por Andrea Corcasi, asesora en Gestión de Talento y psicóloga organizacional.
“No se puede entrar en el mismo río dos veces”, sostenía el filósofo Heráclito. El cambio es la única constante en la vida de un ser vivo y las organizaciones, como entidades vivas, no están exentas de transitar estos procesos de modificación. Lo que funcionaba en el pasado, puede convertirse en un obstáculo en la actualidad. Aquello en lo que se era experto, puede volverse obsoleto y ya no reflejar nuestra identidad ni el propósito de nuestras acciones.
Frente a esto, surgen interrogantes que requieren soluciones rápidas, eficientes, alineadas con la visión de la empresa y rentables para el plan de negocios. En este escenario complejo se requiere una habilidad indiscutible: adaptabilidad.
Aquellos que puedan ajustarse rápidamente a nuevas circunstancias, adoptar nuevas tecnologías y métodos de trabajo, y mantener una mentalidad abierta hacia la innovación, sin duda, estarán un paso adelante. La capacidad de adaptación no solo implica reaccionar a los cambios para permanecer en el status quo, sino también anticiparse a ellos y estar preparado para evolucionar constantemente.
Ante esta necesidad imperante, es esencial analizar cómo concebimos el éxito en los negocios, la productividad y su relación con el tiempo, así como las tácticas que elegimos para diseñar nuestros planes de acción. En este sentido, la incorporación de una mentalidad ágil, con sus respectivas metodologías, puede suponer la clave para superar los obstáculos que se presenten en el entorno empresarial.
¿Qué aporta el pensamiento ágil a una organización?
– Flexibilidad y dinamismo en los procesos, aspectos claves para adaptarse a los cambios vertiginosos.
– Aprendizaje continuo y aprovechamiento de las oportunidades de mejora.
– Equipos autoorganizados que impactan en la reducción del micromanagement, con los tiempos, recursos y esfuerzos vinculados a esta práctica común en los modelos de cascada.
– Motivación y empoderamiento del equipo.
– Fomento de la colaboración, implicación y responsabilidad.
– Comunicación fluida para fortalecer los equipos y construir confianza.
La agilidad es una herramienta innovadora que transforma a las organizaciones en entidades más humanizadas, adaptadas a las necesidades de su personal y que potencia sus talentos desde la confianza y la búsqueda de desafíos constantes. Esto implica un cambio de paradigma hacia líderes más empáticos que promueven la finalización de proyectos motivadores, la fidelización de sus trabajadores, la reflexión iterativa y el aprendizaje continuo como clave del éxito.
Un caso ejemplar en General Roca
NorPat Ingeniería SAS, fundada por tres ingenieros en General Roca, nació en el año 2021 con el objetivo de impactar en el desarrollo productivo de las empresas del Alto Valle utilizando energía solar. Ante su rápido crecimiento, el CEO Nicolás Gorsky inició un análisis organizacional para detectar fortalezas y oportunidades de mejora. A partir de allí, se estableció la adopción de diversas metodologías y marcos ágiles con el objetivo de adaptar y optimizar sus procesos y servicios a la complejidad que presentó el mercado en el año 2023.
En palabras de Nicolás Gorsky, la introducción del asesoramiento tuvo un impacto crucial en el equipo de NorPat, reforzando la importancia del talento humano al construir una marca empleadora acorde a la cultura de la organización. Se optimizaron los recursos, tiempos y sistemas para las ventas, en paralelo a la mejora de productos ya existentes, creación de nuevos servicios y el fortalecimiento del vínculo con los clientes.
Trabajar desde los principios ágiles, permitió la disminución significativa de los tiempos y recursos empleados en el proceso productivo de la organización, atendiendo a la necesidad de los clientes de un modo preciso y personalizado.
Reflexiones finales
Considero que la evaluación constante de las organizaciones desde una perspectiva empática y humanizada, combinada con las herramientas del pensamiento ágil y la asociatividad empresarial para generar vínculos de confianza y colaboración, son tres elementos esenciales para afrontar entornos cada vez más complejos y desafiantes en el Alto Valle.
“Las antiguas llaves no abren nuevas puertas”, versa el refrán popular que invita a pensar y repensarnos continuamente para no repetir las mismas recetas. La complejidad del mundo actual, y su incansable cambio, nos obliga a buscar nuevas estrategias no sólo para permanecer, sino para evolucionar e ir más allá del horizonte conocido.