El Libro blanco de la Unión Industrial Argentina enumera desde la falta de crédito hasta la presión tributaria y la inestabilidad macroeconómica
17 de marzo de 202203:07
Probablemente con toda intencionalidad, en su Libro blanco, un compendio de propuestas económicas para todas las fuerzas políticas bautizado “blanco” para no ser identificado con los colores de ninguna, la Unión Industrial Argentina (UIA) incluye un mapa cromático que marca las desigualdades en el acceso al crédito. No lo dice, pero es obvio lo que pretende decir: el país queda a la par de Yemen, Timor Oriental, Laos, Papúa Nueva Guinea, Irak, Islas Salomón, Siria, Venezuela, varias ex repúblicas soviéticas y, con excepción de cinco naciones, todo África.
Los industriales, que lanzaron el documento anteayer y lo aprobaron por unanimidad, consideran la falta de financiamiento como uno de los tres factores que “obstaculizan la inversión desde hace 10 años”. Intentaban no incomodar al Gobierno y así lo repiten cuando explican las razones de la confección del programa, pero el esfuerzo no alcanzó: la sola existencia de lo que podría emparentarse a un plan económico paralelo no fue la mejor noticia para el gabinete. En la UIA dicen que así se los hizo saber el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y que por eso algunos directivos dudaban de hacerlo público. “Y, no está hecho de una manera inteligente”, reflexionó ante LA NACION uno de los objetores del texto.
De todos modos, el Libro blanco podría servirle al Gobierno para enterarse de las razones por las que, como dicen los industriales, hay obstáculos para eso que suele reclamarles: inversión. Es justo el lapso desde el que no se crean empresas en términos netos. El documento traza primero, sobre datos del Banco Mundial, el Indec y el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas, un contraste con lo que pasa en el mundo, donde el promedio de inversión sobre el producto es de 26,5%, bastante por arriba del 16,7% de la Argentina. “Reducir la brecha de inversión respecto de países de la región”, propone, y consigna que “Brasil, Chile y Perú tienen ratios del orden del 20%”. En realidad, es China, con 43,3%, la que tira para arriba la media global. Sin China, el promedio seguiría quedando lejos de aquí: 24,9%.
Además de la falta de financiamiento, que en la Argentina se expresa en un 8% del PBI en acceso al crédito y en lo que la UIA describe como “dificultad de las empresas para financiarse en el exterior debido al riesgo país elevado”, el libro consigna otros dos factores que impiden invertir. Uno de ellos es la carga tributaria total. Para explicarlo, los industriales vuelven a contrastar con el mundo, esta vez, mediante un gráfico que combina impuestos y financiamiento en miembros de la OCDE. Ahí, la realidad vuelve a ubicar al país en la peor esquina: el más bajo en acceso al crédito, con el referido 8% del PBI, y una de las más comprometidas en presión fiscal, con alrededor del 30%.
Es cierto que la asfixia tributaria no es un invento argentino. Hay países desarrollados con un nivel mayor. Sin embargo, en todos esos casos se trata de naciones con un acceso al crédito significativo: Alemania, con 80% de financiamiento del PBI; Italia, con más del 75%; Francia, con más de 100%, y Dinamarca, con 160%. Incluso en relación con América latina la Argentina queda relegada. Con menos impuestos, Perú, Paraguay, Colombia y Chile tienen más crédito: más de 40% los peruanos y los paraguayos, arriba del 50% los colombianos y por sobre el 120% los chilenos
Aquí nadie del Gobierno debería irritarse porque los datos, elaborados sobre la base de indicadores del Banco Mundial, la OCDE y el Ministerio de Economía, llegan hasta 2019: el fracaso nacional es una obra colectiva. “La Argentina combina elevada presión tributaria y bajo crédito, una particularidad a nivel global. El financiamiento al sector privado es de los más bajos del mundo”, dice la UIA.
El tercer factor que vuelve engorrosa la inversión es, según el documento, macroeconómico. El texto enumera cinco problemas:
-Inestabilidad del ciclo económico.
-Falta de previsibilidad de la demanda.
-Elevada inflación e inestabilidad de precios relativos.
-Incertidumbre sobre rentabilidad futura.
-Limitación del acceso a divisas y elevada brecha cambiaria.
Es cierto que son sayos que le caben al Gobierno. Se entiende que haya ofendidos. Pero la situación argentina es tan crítica que, por mayor elegancia en el mensaje, una simple constatación de datos alcanza para incomodar.
(*) Publicado en el sitio LA NACION publicado el 17 de marzo de 2022