“En un futuro la idea es exportar»

“En un futuro la idea es exportar»

Actualidad empresarial

Gaspar Rastrilla, la mente detrás de la bodega Aoniken, cuenta a IMPACTO ECONÓMICO los humildes comienzos en el Alto Valle, los primeros años y las perspectivas que aguardan en el horizonte. Además, explica el reto que significa invertir en un país marcado por la volatidad económica y lo mucho que la actividad vitivinícola tiene para ofrecer en la zona.

¿Cuáles fueron los orígenes de la empresa?
Este es un proyecto familiar que empezó con la idea de mis papás, ellos siempre querían tener su viñedo y su bodega. Recién pudieron concretar todo esto en el año 2000. El problema para comprar un viñedo ya plantado era que en ese momento los que estaban en venta, tenían las variedades mezcladas. Entonces mi papá decidió comprar un terreno en blanco y plantar su viñedo desde cero. Así que las tres variedades plantadas son Merlot, Malbec y Cabernet Sauvignon. La planta tarda unos cuatro años en dar la primera cosecha.

¿Cómo producían los primeros años a raíz de esto?
Los primeros años vendíamos la uva, todavía no estaba la bodega. Ya en 2009 se hizo la primera elaboración de vino y 2015 con los primeros tanques y la primera estructura de la bodega. Ya con todo eso y los nuevos insumos comenzamos con más producción y mientras tanto vendíamos la uva.

Hablando de estos orígenes, ¿Qué significa el nombre Aoniken?
Eso fue una lección de mi papá, que le encanta la historia, y en cuanto al nombre de la bodega, él quería uno que refiera al lugar. En relación a eso encontró que los primeros pobladores de la Patagonia eran los aóniques, que también son conocidos como tehuelches o patagones. Después también los nombres de los vinos, la primer línea que sacamos es Elengassen que para ellos era el creador del viento, característico de la zona donde estamos, después, lógicamente, brinda un montón de beneficios a la uva que vamos a usar para el vino. También está la otra línea de vino, Pincén, que era un cacique tenaz, sabiendo que iba a perder igualmente el luchaba.

¿La producción se destina al mercado interno?
Sí, en la región, Buenos Aires, Bariloche, Viedma, Rawson, San Luis. Quedan lugares todavía en Argentina y la idea de exportar, es un objetivo que tenemos.

Mencionabas tu experiencia en el gigante vitivinícola como es Mendoza y en el exterior, ¿cómo ves la actividad en la zona?
Acá la viticultura de la zona es muy buena. Lo que en Mendoza se gana en altura como por ejemplo el Valle de Uco o en amplitud térmica, que tienen buenas horas de sol, buena temperatura, nosotros lo ganamos con la latitud. Además, hay bodegas de Mendoza que han comprado bodegas acá, bodegas muy importantes como Peñaflor, Catena Zapata. La gran diferencia es el volumen. Ellos tienen muchísimas más bodegas, mejor manejado el tema de las visitas, de las zonas geográficas.

¿Qué reformas considerás necesarias para remover obstáculos e impulsar la actividad vitivinícola?
Con la viticultura, como decía antes, es todo a largo plazo. Entonces uno planifica algo de acá a 10 años y en nuestro país no sabes con qué situación te vas a encontrar. Incluso hoy en día no sabés qué va a pasar el año que viene, ni hablar en diez años. El problema principal es eso, planificar todo a largo plazo, por
ejemplo de la cosecha, la uva se cosecha en marzo y desde ese momento hasta que hago el vino y lo tengo en la botella pasan de dos a seis años, entonces en ese camino no sabes con qué te vas a encontrar y mientras tanto vos fuiste gastando en insumos, personal y muchas cosas más que son necesarias.

¿Qué proyectos tienen a futuro?
Con respecto a las ventas, es lo que te comenté, ver la posibilidad de poder exportar, obvio que sabemos que lleva tiempo y no es fácil. En cuanto a nuestras líneas de vinos, este año sumamos un rosado, que no teníamos. Y otra cosa que queremos encarar es el tema del turismo, generar algún espacio más para que la gente conozca la bodega y los vinos.