“Es clave aumentar los tratados de libre comercio”

“Es clave aumentar los tratados de libre comercio”

En Neuquén existe una brecha entre la necesidad de diversificación productiva y la realidad. Carlos Enríquez, al frente de Vista Alegre SRL, logró achicarla, liderando una diversificación concreta. Compartió con IMPACTO ECONÓMICO cómo logró insertar las cerezas del Alto Valle en el mercado internacional, teniendo a China como principal destino. En esta entrevista, expone los desafíos logísticos, climáticos y económicos, destacando la importancia de la calidad, la innovación y la inversión en capital humano para consolidar esta industria como un motor para la economía regional.

¿Cómo nace Vista Alegre SRL y cuál es su dimensión actual?

Este proyecto arrancó con la visualización de una oportunidad en el mercado mundial de la cereza, principalmente por el crecimiento de China como un jugador clave, por registrar la tasa de incremento del PBI más alta del mundo. Esto generó mayores niveles de bienestar y poder adquisitivo en su población. 

Yo analizaba las estadísticas. Antes, los mercados donde se enviaba la fruta del hemisferio sur eran Estados Unidos y Europa. Cada año China iba ocupando una porción más alta.

¿Cuál fue el primer paso?

En el año 2010 me retiré del proyecto que estaba liderando en Salentein Fruits. Tenía mis chacras de cerezas, pero a una escala que no era global. Tenía el know-how o creía tenerlo, y lo que se necesitaba era una inyección de capital. Es así como en 2012 me asocié con Alfredo Poli, quien confió en mi plan de negocios.

En 2013 fue nuestra primera exportación con la producción de mis chacras y paralelamente se compró tierra, se hicieron plantas y se desarrolló un proyecto de alrededor de 200 hectáreas, que hoy están prácticamente en plena producción.

¿Con respecto a los volúmenes de producción?

Nuestra aspiración es llegar a 1.800 toneladas. Hoy nuestra prioridad está en la calidad y el tamaño de la fruta. El mercado chino, que es nuestro principal destino de exportación, busca cerezas más grandes. Todo el manejo en la producción tiene que estar orientado a lograr ese producto que ellos valoran muchísimo.

¿Qué modelo de negocio desarrollan?

En el año 2010-2012 China tenía 120-150 millones de personas de clase media alta, hoy tiene 600 millones. La cereza es un producto aspiracional, no es un alimento común y corriente. Es como una cartera “Louis Vuitton”, es un símbolo de estatus. A ese target apuntamos como modelo de negocio. Gracias a Dios se ha ido dando esa tendencia.

¿Cuál es el destino de las exportaciones?

El 70% de nuestra producción va a China, mientras que el 30% se dirige a otros mercados. Nos especializamos solamente en cerezas, es un producto que requiere una gran planificación. Es una carrera de 100 metros, porque son 30 a 35 días entre cosecha y empaque. Pero estamos planificando, ejecutando y auditando los 11 meses previos, porque en la ejecución el margen de error es muy pequeño.

La eficacia operativa es clave…

Sí, fundamental… Tenemos un muy buen equipo de trabajo, que lo integra mi hijo Tomás, cuarta generación. Su función es optimizar la gestión operativa.
Pasamos de una dotación de 60 personas a 600 0 700, entre producción, proceso de empaque y logística local.

¿Y cómo es la logística de exportación?

El 65% de la fruta se transporta vía aérea. Significa que a las 6 de la mañana se empieza a cosechar, el packing empieza a mitad de mañana; Esa fruta se procesa, se enfría y al otro día están saliendo camiones que van directamente a Ezeiza para ser transportada en los vuelos de líneas comerciales, llámese Qatar, Emirates, Lufthansa, France, British, compañías aéreas de pasajeros que tienen espacio en bodegas. El 35% se transporta en contenedores vía Chile.

¿Qué falta para aumentar la competitividad de las exportaciones argentinas?

Por ejemplo, tratados de libre comercio. Actualmente, tenemos aranceles de importación muy altos: un 10% con China, 10% con India y 12% con la Comunidad Europea. Esto le quita rentabilidad al sector y limita nuestra capacidad de penetrar más profundamente en los mercados internacionales.

Desde el punto de vista financiero, estas son actividades de largo plazo, se requiere acceso al crédito para poder invertir. Hoy la tecnología es un factor decisivo. Son inversiones millonarias, para poder competir con un gigante como Chile. 

¿Cómo estamos con respecto a Chile?

Chile exporta 600.000 toneladas, representa el 95% de la oferta del hemisferio sur.  Argentina alrededor de 8.000 toneladas, el 2%.

El resto se lo reparten Australia, Nueva Zelanda y algo a Sudáfrica.

En el país vecino, la industria de las cerezas genera más de 3.500 millones de dólares por año y 400.000 puestos de trabajo directos. Además, tiene tratados de libre comercio con el 84% del PBI mundial. Argentina, con el 18%. Son aspectos muy importantes, además de los costos internos.

¿Y en cuanto a la competitividad agroclimática?

En la cuestión agroclimática hay una oportunidad. En Chile, una hectárea de tierra con acceso al río cuesta entre 30 y 35 mil dólares. Acá sobra tierra y agua. Disponemos de recursos naturales: la calidad del suelo, del agua, el clima. Todo es excepcional para este tipo de cultivo; el valle es una de las pocas zonas del mundo donde el ciclo del hongo no se cumple. Y es un problema en la mayoría de los demás países. En el país trasandino se requieren tratamientos sanitarios con fungicidas, que generan residuos y aumentan costos. Es una ventaja competitiva a nuestro favor. Los residuos son un obstáculo para ingresar a mercados exigentes, y nosotros no lo tenemos.

¿Qué tan grande es el mercado Chino?      

Es un mercado gigante. Está dividido en anillos de ciudades con más de 30 millones de habitantes y su demanda de cerezas sigue creciendo a medida que el poder adquisitivo penetra en el interior del país. Pero es un mono mercado; esperemos que China no se resfríe, porque ahí sí estaríamos todos en problemas. Todavía hay una oportunidad para seguir creciendo en volumen, y siempre con calidad.

¿Cómo se posiciona el Alto Valle como región productora de cerezas?

El puntapié inicial lo dio Mendoza hace muchos años, básicamente orientado también a la agroindustria. Hoy hay buenos productores, no son muchos, que hacen un muy buen producto para exportación también.

El Valle fue creciendo, en el año ’76, mi viejo empezó con las cerezas en la barda, ahí se empezó a ver la calidad que se podía lograr, y después en el año 83-84, estando en Moño Azul, hicimos una plantación de 40 hectáreas de cerezas, eso también fue muy bueno.

Fueron pioneros…

Sí. Era validar todo lo que nosotros veíamos que podía ser la calidad del producto acá en la zona. Después, obviamente, el gran auge de la cereza arrancó en el año 2007-2008, con China, como gran mercado de este producto. 

El año pasado, con Vista Alegre SRL, fuimos el principal exportador de Argentina. En Río Negro no hay muchas empresas. La diferencia con Chile es que allá el 80% son productores independientes y el 20% son empresas integradas. Acá te diría que el 95% son empresas integradas: producimos, empacamos y exportamos. Somos pocos jugadores. 

¿Cómo generan sinergias a nivel sector?

A través de la Cámara Argentina de Productores de Cerezas Integrados. Había temas comunes que no se podían hacer a nivel empresa, tenían que hacerse a nivel Cámara. Estamos extremadamente orgullosos, ya que la integran personas activas y es muy reconocida a nivel de autoridades nacionales y provinciales. Hemos sido coherentes, solidarios y proactivos en una actividad tan dinámica como ésta.

¿Qué factores influyeron en la decisión de la localización de Vista Alegre?

Primero, mi conocimiento previo, estando en Moño Azul, conociendo la tierra, el lugar, tenía toda la información de lo que era la calidad del suelo y las posibilidades de agua, de infraestructura.

Segundo, por mi infancia, crecí acá. El Parque Victoria lleva el nombre de mi mamá. Mis padres fueron toda su vida agricultores. 

¿Qué otras variables?

Mis chacras que están pegadas acá, la posibilidad de tener urbanizaciones cercanas ¿Si vas a Añelo, dónde vas a conseguir la gente? Es la multiplicidad de factores que hicieron que la localización sea la indicada. Estamos cerca del Centenario, el Contador, la gente viene de Cipolletti. Entonces, también, hace a la calidad de gente que vos podés conseguir. Eso fue importante para la localización.

¿Con respecto a la generación de puestos de trabajo?

Hoy se está generando trabajo a casi más de 450 cosechadores. Más de 150 puestos de trabajo en empaque. Son 600 personas las que le están dando vida a una comunidad, generando trabajo. La gente que viene del norte también consume acá. Se le está dando vida a algo distinto, a lo que es el gas y el petróleo, que es no renovable. Brindamos contención a mucha gente que no se está yendo a los centros urbanos y generando mano de obra desocupada. Se los capacita para que durante el invierno puedan tener actividades de labores culturales, ingresos, tractoristas, mecánicos; todo esto genera un círculo virtuoso.

¿Cómo está liderado el mercado a nivel global?

Chile es el principal exportador de cerezas del hemisferio sur. EE.UU., Turquía, Irán y Europa, son productores en el hemisferio norte. Casi todos son países con clima templado. Llegamos en contraestación, porque el hemisferio norte terminó todo su stock, no hay superposición. Eso es muy bueno en términos de precios.

¿Cuáles son las condiciones necesarias para atraer más inversiones al sector?

Las oportunidades son enormes, necesitamos un Estado que acompañe, pretende ser socio de las ganancias, pero… ¿Cuáles son los servicios que brinda? La infraestructura vial es una materia pendiente. Nos cobran impuestos, pero no hay camión regador ni motoniveladora, la tenemos que poner nosotros. La inseguridad es terrible en la zona de la Vista Alegre.

El acompañamiento del Estado tiene que estar en bajar impuestos a las empresas, como las cargas sociales, para volcar más recursos a la producción. 

Es un factor de estrés muy grave. No sabes cuánta gente va a venir a trabajar. En promedio, una persona hoy gana $50.000 pesos por día. Si faltan 15 personas, te afecta toda la operación.

¿Y con respecto a la presión impositiva?

El peor impuesto que podemos tener es la inflación. Podemos tener tratados de libre comercio, pero sin estabilidad macro, no se puede planificar a corto, mediano o largo plazo.  A quien más castiga la inflación es a las personas de menores ingresos. Porque les quita capacidad de ahorro, les licúa los ingresos.

El tema ideológico me satura, si es de derecha, izquierda. Voy al pragmatismo, al sentido común. Es lo que funciona en toda economía familiar. Ver cómo mejoramos nuestra productividad. 

Es un cambio cultural

Sí, enfocarnos en lograr resultados, a nivel individual, de equipo, de país. Los países que crecen tienen ese propósito. Cuestiones básicas, si gastas más de lo que te ingresa a nivel familiar o de país, vas a tener un problema. Es un cambio cultural muy importante que hay que transitar. Lo positivo es que hay una generación nueva, que está más orientada a los resultados.

Necesitamos un Estado mucho más eficiente y más chico, que pueda dedicarse a lo esencial, como la seguridad, la salud, la justicia y la educación. Y que el sector privado sea el gran motor de la economía. Liberar las energías creadoras, de eso se trata.

¿Sos optimista respecto a esta nueva etapa política y económica en la Argentina?

Sí, soy optimista, más allá de las formas… Considero fundamental avanzar en la desregulación de la economía. Hay que apostar a la proactividad y a la creatividad de las personas. Hay mucha gente a la que se la ha limitado en sus capacidades y potencial. Se necesita liberar las energías creadoras. Una persona del empaque me comentó que había hecho un curso de embalador para pera y manzana, con una nota de 8, me parece buenísimo porque es un oficio que le permitirá vivir de eso, y se necesita. Todos somos importantes en la sociedad, lo importante es cómo articular todas esas cosas, yo soy muy optimista.

EL PERFIL DE CARLOS ENRIQUEZ

Es ingeniero agrónomo (U.N.Co.) y cuenta con una maestría en Administración.

Durante 25 años integró Moño Azul, desempeñándose como gerente de Producción y director. Trabajó de forma independiente por cuatro años. En 2005 ingresó a Salentein Fruit como gerente general. A partir del 2012 comenzó el proyecto de cerezas Vista Alegre S.R.L. con su socio, Alfredo Poli.