Por Anita Zerahia. Coach Profesional en Liderazgo y Desarrollo Organizacional.
Vivimos una paradoja: nunca se habló tanto de salud mental en las empresas y nunca hubo tantos líderes agotados. El fenómeno del burnout —ese cansancio emocional, mental y físico derivado del trabajo— ya no es una excepción: es parte del paisaje cotidiano. El desafío no es solo prevenirlo, sino liderar de una manera que no lo siga retroalimentando.
Durante años, el liderazgo se centró principalmente en lograr resultados a través de la planificación, la coordinación y la supervisión. Esa mirada fue funcional hasta hace algún tiempo. Hoy, sin embargo, los entornos cambiantes exigen mucho más: liderar implica inspirar, generar confianza, tomar decisiones en la incertidumbre y crear culturas donde las personas puedan desplegar su talento sin agotarse en el intento.
EL NUEVO KPI: PERSONAS SANAS, EQUIPOS SOSTENIBLES
Según datos de Gallup, sólo el 23% de los colaboradores a nivel global se siente comprometido con su trabajo. Y uno de los principales factores que explican esa desconexión es el estilo de liderazgo. Las personas no renuncian a las empresas, renuncian a sus jefes.
En este escenario, el liderazgo empático, asertivo y adaptativo no es una moda: es una necesidad estratégica. Humanizar la gestión no significa bajar la vara, dejar de exigir o ser mega flexibles. Significa crear condiciones donde las personas puedan dar lo mejor de sí sin canjear su bienestar y vida personal en el intento.
¿Cómo se logra esto? Entrenando a los líderes para que sepan conversar, dar feedback constructivo, que puedan mirar a sus colaboradores para detectar el agotamiento antes de que sea demasiado tarde. Que se animen a delegar, confiar y reconocer. Que entiendan que gestionar no es controlar cada paso, sino facilitar que el equipo avance con claridad, foco y autonomía.
EL ROL DEL LÍDER COMO REGULADOR EMOCIONAL
Muchos líderes me dicen en sesiones de coaching: “Estoy al límite ¿Cómo sostengo a otros si yo no puedo más?” Y la respuesta es simple, aunque no fácil: el autocuidado no es opcional. Es parte del rol.
El líder hoy necesita entrenar habilidades emocionales tanto como habilidades técnicas. Escucha activa, manejo del estrés, regulación emocional, conversaciones difíciles, sentido del propósito. Porque un líder desregulado emocionalmente es una fuente de ansiedad y estrés para su equipo.
Esto requiere un cambio de mentalidad: pasar de ser “el que resuelve todo” a ser “el que habilita procesos”. Dejar de liderar desde la urgencia para empezar a liderar desde la conciencia.
¿Y LOS RESULTADOS? LLEGAN CUANDO LAS PERSONAS ESTÁN BIEN
Humanizar la gestión no va en contra de los objetivos. De hecho, los potencia. Un equipo con buen clima, claridad de roles, objetivos definidos y un liderazgo saludable es más productivo, creativo y resiliente.
Hoy más que nunca, las empresas que priorizan la salud emocional como parte de su cultura organizacional están un paso adelante. No se trata solo de beneficios como yoga o fruta en la oficina. Se trata de cambiar la conversación. De formar líderes que sepan sostener conversaciones incómodas con respeto. Que no solo gestionen tareas, sino también vínculos.
Porque al final del día, los resultados sostenibles los logran las personas que no están rotas por dentro. Y vos, ¿cómo estás?