De la chacra al país: Nogallia, frutos secos con valor agregado

De la chacra al país: Nogallia, frutos secos con valor agregado

Virginia de Jong lidera Nogallia, un emprendimiento familiar de Cipolletti, dedicado a la producción y comercialización de frutos secos. Continuando con el legado de sus padres, trabaja junto a su marido y un equipo de colaboradores para llevar productos de calidad directamente al consumidor. Te contamos su historia…

¿Cómo fueron los inicios del emprendimiento?

Mis padres son los que empezaron; nosotros somos de Entre Ríos. Ellos vieron cómo funcionaban la pera y la manzana, y buscaron una alternativa diferente. Nosotros allá somos productores; toda la vida fuimos agricultores y en ganadería también. En la región nos impresionó el manejo de la pera y la manzana, entonces mi papá buscó una alternativa, pero no nos terminaba de cerrar cómo se comercializaba. Así fue que entramos en el mundo de los frutos secos; mi papá fue el primero. Después pensó en comercializar lo que él producía. Mandaba a pelar. El tema del pelado en los frutos secos es sensible, porque es frágil y está dentro de una cáscara que es fuerte.

Nosotros producimos, cosechamos y, una vez que cosechabámos, lo mandábamos a pelar a otros lugares, lo que encarecía los costos. A veces existía una falta de disponibilidad cuando vos generaste la comercialización o, por ahí, decías: “Hice una buena venta, pero no tengo las almendras peladas”. Así se manejó mi papá hasta el año pasado.

¿Hace cuánto empezaron?

Hace más de 10 años, a través de redes sociales comercializaban y repartían… Yo trabajé muchos años en la parte privada, en otros rubros, pero siempre tuve mi pata en la parte productiva. La pandemia también ayudó mucho a conectarme diferente y querer administrar mis tiempos de otra forma. Empecé a plantearme que lo más preciado era mi tiempo y qué hacía con él. Esa gran incógnita se empezó a hacer cada vez más fuerte en mí. Hasta que llegó un punto que dije: “tomo la decisión”. Mis padres ya tienen arriba de 70 años, así que decidí tomar la posta hace dos años; aunque empecé hace cuatro, mi marido me acompaña.

¿Cuánto producen por año?

Alrededor de 15.000 kilos. De almendras no producimos tanto; tenemos alianzas con otros productores y sí o sí necesitamos de eso. El fruto seco es muy particular; podés hacer todo lo necesario como para estimar una determinada producción, pero incluye varios factores: si la floración fue positiva, si hay muchas heladas que lavan la flor, depende del sistema de aspersión. Todo eso va generando una modificación en la cantidad de producción.

Actualmente, hay 11 hectáreas en producción.

¿Con cuántos colaboradores están trabajando?

Cuatro personas que cuidan la tierra; toda la parte productiva y en la parte de pelado, fraccionamiento y elaboración, son cinco o seis personas, a veces siete.

El año pasado tomamos la decisión de comprar una máquina peladora; eso requiere un armado de estructura para manejarla y para nosotros, que somos pequeños productores, no es tan sencillo. Además de armar estructura, hay que pensar en una erogación de dinero para pagar salarios porque pasas de algo que lo manejas como vos querés a responsabilidades para otro.

La mayor escala tiene un costo… Total. Toda esa transición ha sido maravillosa, desafiante y de mucho aprendizaje.

El objetivo fue darle mayor valor agregado manejando la comercialización…

Exacto. Nuestra visión como productora es lograr ser referentes en la comercialización de frutos secos de nuestra región. Sin llegar a ser un galpón de acopio, sino comercializando con otros productores, comprar sus frutas, ir pelando y nosotros ocupándonos de todo lo que es la comercialización al minorista. Actualmente, comercializamos sobre todo lo nuestro, pero nosotros hicimos un vuelco importante en llegar al cliente y a todos los que nos eligen, directo desde el productor a la casa de la gente. Hacemos reparto todas las semanas en Cipolletti y Neuquén, y hacemos envíos a todo el país.

¿Cómo están con el tema de las habilitaciones?

El año pasado terminamos de generar el RNE, que es la habilitación del establecimiento; es donde terminamos de hacer el laboratorio, es decir, tenemos el espacio habilitado, que es un paso muy importante. Después habilitamos los famosos RNPA, que son el registro de cada uno de los alimentos que nosotros comercializamos. Antes comercializábamos como productores; hoy podemos estar en cualquier góndola del país. Comercialmente, te habilita estar en los almacenes de Argentina y te abre las puertas de una forma diferente.

¿Cuáles son los factores críticos para producir?

Lo más complicado es el clima; hubo años de heladas que duraron tres días y se caían las ramas de la cantidad de hielo que tenían. La energía, si nosotros no tenemos luz los días de heladas, sonamos; no podemos cuidar la plantación. Los costos de la energía y de los sistemas de riego que necesitas. Por eso también la fruta seca es costosa, porque todo el proceso es bastante caro.

Hay una demanda creciente por los hábitos de consumo…

Impresionante. Conocemos mucha gente que modificó hábitos alimenticios o incorporó el fruto seco como una parte fundamental de su nutrición. Veo gente que tiene un poder adquisitivo importante, que lo tiene como un extra y gente que hace un esfuerzo significativo para comprar frutos secos de calidad porque considera que su alimentación es algo fundamental.

Existe una mayor toma de conciencia…

Estamos en proceso de certificar sin TACC, porque hay mucha gente celíaca. Hay muchas personas que lamentablemente las harinas no les están haciendo bien, entonces buscan alternativas. La harina de almendra es un nutriente importante.

¿Estás incursionando en algo más?

Somos incipientes en la elaboración de harinas. En el galpón que tengas, tenés que tener la parte sucia; nosotros tenemos habilitada esa parte. Es donde se realiza el pelado y tenés contacto con la fruta con cáscara. Después tenemos la sala de fraccionamiento, y ahora estamos construyendo la sala de elaboración o procesamiento, que es para la producción de harina o valor agregado. Nosotros no podemos tener 100 hectáreas de almendras porque no tenemos estructura. Pero podemos hacer alianzas estratégicas con otros productores, comprándoles la fruta a un precio que a ellos les sirva y a nosotros también. Y así ganar en valor agregado. Si solamente pelo y vendo las frutas así, el margen es muy limitado.

Lo importante es generar sinergias…

Para mí es la clave. Al que se dedica a la producción es muy difícil que le quede margen para ponerle energía a la comercialización, porque esto lleva mucho tiempo, estructura, logística; tenés que estar todos los días, 10 horas metido en la parte comercial y después repartir.

Son distintos eslabones de la cadena…

Tal cual, entonces esa es nuestra línea, nuestro objetivo hacia adelante. Me encantaría tener más hectáreas, pero hoy lo veo poco probable. A veces la mayor cantidad va en contra de la calidad y de la eficiencia… El pequeño productor tiene esa magia de cuidar sus árboles como nadie; conoce desde el primero hasta el último de sus árboles. Sabe cuál se enfermó, qué le pasó y no es para desmerecer a los grandes productores.

¿Qué cambios en el contexto económico podrían impulsar la actividad emprendedora en la región?

Lo más complejo es el esquema laboral, pagar los 933. Cuando estás empezando, es impresionante. Si querés mejorar los salarios, tenés que pagar la contrapartida, los impuestos al trabajo. Para el que empieza es un montón.

¿Sos optimista con respecto al Gobierno?

Soy optimista y también lo fui en el otro. Intento pensar que me tengo que valer de mí misma, de intentar ser lo suficientemente hábil como para poder sortear las adversidades que vayan apareciendo. Tener la cintura necesaria, ser competitivo, tener productos que sean buenos y no matar al cliente en relación a los precios. Hago mi análisis de costos e intento que sean razonables, al igual que los márgenes de ganancias; no pienso enriquecerme en tres años. Capaz que en 10 años me va bien, ir haciendo algo paulatino para construir. Ojalá que vaya todo bien. Me da miedo la apertura de las importaciones porque eso también te incide a nivel alimenticio.

¿Por qué te genera miedo la apertura de importaciones?

Actualmente, pueden entrar frutas de las que no se mide qué calidad tienen y hoy la gente cuida su bolsillo. Entonces, si vienen frutos secos de hace dos-tres años de Australia, que son grandes productores, o de América, que ya fueron abandonados, y dicen: “Se los vendemos por $5 a Argentina y acá se los compran”. Entran al mercado frutas a muy bajo precio y el costo de producción en la Argentina es alto; es como que todas esas variables dan un poco de temor, pero nuestros clientes valoran el fruto fresco; los que nos eligen saben lo que compran. Me encantaría que la Argentina sea un país libre; hoy no sé si lo es en un montón de aspectos.

Creo que el país necesitaba un cambio. Hay cosas que están que son más que positivas. En parte somos caros porque tenemos impuestos caros, nacionales, municipales, provinciales. A nosotros en la chacra nos llegó el impuesto municipal de casi 800.000 pesos y no tenemos ni alumbrado público. Sería bueno que bajara la carga impositiva.

Con base en tu experiencia, ¿qué aprendizaje podrías compartir con futuros emprendedores?

Tener una misión e ir por ello. Ponerle sangre, sudor y lágrimas. En el proyecto que estamos armando, soy una más; estoy pelando, seleccionando, y el equipo que estamos formando también siente que, si nos va bien, nos va bien a todos.

Armar un buen equipo de trabajo es fundamental, cuidar a la gente con la que estás, que se sientan valorados. Creer en eso, aunque haya días que no salga el sol. Siempre le tuve miedo a los trámites administrativos; me he encontrado con gente maravillosa que me ha allanado el camino. La gente se contagia cuando realmente tenés ganas.   Todo se puede, a veces es más fácil y otras veces más difícil.

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