Una visión sobre lafruticultura del Alto Valle

Una visión sobre lafruticultura del Alto Valle

Por: Agustín Argibay, ex Gerente de administración de Kleppe y ex Presidente de CAFI

La fruticultura del Valle de los ríos Negro y Neuquén sufrió, durante los últimos setenta años, las consecuencias de la política económica nacional conocida como “de Sustitución de Importaciones”. Argentina se transformó en una economía cerrada, que quiso basar su crecimiento, casi exclusivamente, en el desarrollo del mercado interno, con fuerte protección a la industria nacional mediante altos aranceles, cuotas e impedimentos de diferentes tipos al ingreso de productos importados.
Esa política solo consiguió convertir a la inflación en una enfermedad grave y crónica, sino que también desalentó la producción de alimentos en el largo plazo y determinó el estancamiento de la economía en ese período. El crecimiento sostenido y autónomo del país solo puede sustentarse en el desarrollo de los sectores poseedores de ventajas comparativas dinámicas que orienten su crecimiento hacia el mercado mundial.

El cierre de la economía a la oferta de productos importados implicó, consecuentemente, el aumento de las tarifas de importación y el establecimiento de limitaciones para los productos argentinos en los diferentes mercados internacionales. Esa situación se hizo crónica y aún no ha sido superada.
Estas políticas, con un marcado sesgo anti exportador, tuvieron consecuencias parecidas en muchas de las “Economías Regionales”, las que, en definitiva, no son otra cosa que las actividades esenciales de las provincias argentinas.

Las retenciones a las exportaciones y la fijación de un dólar oficial alejado de su valor real –la brecha cambiaria– (instrumentos utilizados casi permanentemente por los gobiernos nacionales, con honrosas excepciones) son un robo al valor de la producción de las actividades productivas de las provincias
argentinas. Ese robo, sostenido durante tantos años, empobreció a las provincias y provocó importantes movimientos migratorios desde ellas hacia el “Gran Buenos Aires”.

Mientras esto ocurría en Argentina, el mercado mundial de peras y manzanas cambió substancialmente. Cuando la producción argentina se estancaba o retrocedía, otros países invirtieron, incorporaron nuevas tecnologías, y se convirtieron en actores importantes del mercado mundial. Argentina ocupa hoy el puesto número veintidós entre los países productores de manzanas y el quinto entre los países productores de peras. Entre los exportadores mundiales de manzanas el décimo tercer lugar, en cambio en peras está en el tercer lugar.

En el Hemisferio Sur aparecieron productores como Chile, Nueva Zelanda, Sud África y Brasil, que ocuparon el espacio que Argentina fue dejando. En el mundo crecieron China, Turquía, Polonia, India y muchos otros. Además, los rendimientos por hectárea en la producción de manzanas, en países como Chile, Estados Unidos, Italia, Sudáfrica y Brasil, superan ampliamente a los de Argentina.
Tantos años de atraso son imposibles de borrar. Argentina debe, a partir de una política económica nacional adecuada, reorganizar su producción adaptándola a los cambios en los mercados y en las tecnologías que emplea la industria.
Los mercados de fruta son cada vez más exigentes en materia de sanidad y calidad. Los cambios técnicos disponibles: selección de suelos apropiados; incorporación de nuevas variedades; recambio de las plantaciones; nuevos sistemas de conducción; riego por goteo o por micro aspersión para irrigación; riego por aspersión para defensa contra heladas; mallas antigranizo; incorporación de nuevas máquinas agrícolas para poda, raleo y cosecha y otras tareas culturales; equipos electrónicos de clasificación, selección y empaque; nuevas tecnologías de conservación; cumplimiento de normas y protocolos nacionales, internacionales y establecidos por importadores significativos; economías de escala en las distintas etapas productivas; nuevas y cambiantes modalidades y estrategias de comercialización, son requisitos exigidos para quienes pretenden mantenerse en la actividad con un horizonte de largo plazo.

El número de productores y de empresas actuantes se han reducido claramente. La cantidad de hectáreas en producción está en el orden de las 25.000, sobre un potencial de 60.000. Hubo concentración en la actividad como consecuencia de la debacle productiva. Los gobiernos provinciales actúan acertadamente alentando la diversificación productiva. Permitiendo que productores puedan adaptar sus activos hacia actividades compatibles con sus recursos económicos y humanos. La incorporación de tecnología en la actividad tiende a incrementar la productividad del trabajo en un sector que lo emplea en forma intensiva. Hace falta mayor coordinación entre gremios, gobiernos y empresas para que, con inversiones físicas y técnicas, mejore el rendimiento del trabajo en todas las etapas productivas y de esa manera, se pueda incrementar el valor real de las remuneraciones, permitiendo la competencia, en el mercado laboral, con otras actividades de la región y para que se pueda lograr que las personas quieran trabajar en un sector con remuneraciones legales, en vez de recibir subsidios por no hacerlo.

El Valle tiene excelente condiciones físicas, humanas e institucionales para la producción de peras y manzanas: tierra disponible, abundante agua, excelente clima, muchas horas de sol, una historia socio económica y cultural ligada a la producción frutícola, mano de obra capacitada en todos los niveles, instituciones públicas y privadas de excelente nivel técnico que trabajan especializadamente para el desarrollo de la actividad, y un complejo de actividades comerciales e industriales relacionadas que tiene probada fortaleza. La producción de peras y manzanas en Alto Valle tiene futuro. Los cambios acaecidos son irreversibles. En la medida en que se den condiciones nacionales favorables, adaptándose a las nuevas condiciones tecnológicas, a las actuales modalidades de comercialización, tanto en el mercado nacional como en el internacional y a las cambiantes circunstancias nacionales e internacionales, la fruticultura seguirá siendo una actividad esencial en la región.